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Alejandra Guibert
Una nota personal
sobre La Mendocina
Una vez que me dispuse a escribir la novela y comencé la investigación, tanto en Buenos Aires como Boulogne-sur-Mer en Francia, no me sorprendió la falta de registros sobre la vida de Merceditas, además de los consabidos comentarios sobre ella en cartas y libros en boca de su padre, de su marido o de algunos amigos de la familia; escasos comentarios, breves y sin mayor trascendencia, que responden a la percepción o más bien la invisibilidad de la mujer "de su hogar" en el siglo XIX.
Cuanto menos encontraba sobre Merceditas y más leía sobre la vida de San Martín en innumerables libros sobre su persona, con mayor fuerza y claridad
se formaba esta voz femenina en mi imaginario, iluminada en el entorno
de la vida de su padre.
Así, con escaso acervo personal por un lado y material histórico en abundancia por el otro, concebía a la Mendocina casi como si fuera mi propia persona.
Fue entonces cuando entendí que esa familiaridad no era casual,
que los paralelos de su relación con su padre y la mía con mi padre
me acercaban a ella de una manera natural, casi predestinada.
Alejandra Guibert
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